Decía el afamado escritor Oscar Wilde (1854-1900): “Life imitates art”. Siguiendo esta premisa, ¿el arte contemporáneo dialoga con el arte pasado? De ser así, ¿qué separa la inspiración artística del apropiacionismo? Este ha sido el debate generado en la Corte Suprema de los Estados Unidos, en el marco del asunto judicial Warhol v. Goldsmith.
En 1984, la revista estadounidense Vanity Fair (VF) publicó en una de sus ediciones mensuales un artículo dedicado a la vida y obra del músico Prince. Para ilustrar el reportaje, VF encargó al reconocido artista plástico Andy Warhol la creación de una serigrafía del rostro del músico. Para ello, Warhol empleó como referencia artística uno de los retratos fotográficos de Prince capturados en 1981 por la célebre fotógrafa Lynn Goldsmith. La autora dio su consentimiento para el tratamiento de su obra, estableciendo como condición que la fotografía solo se utilizara para los propósitos encargados por VF. Sin embargo, incumpliendo lo acordado con Goldsmith, Warhol creó 15 obras adicionales, alterando así la obra original de la fotógrafa. Estas creaciones artísticas recibieron el nombre de “Serie Prince”.
Años más tarde, en conmemoración del fallecimiento del músico, Condé Nast, sociedad matriz de VF, solicitó a la Fundación Andy Warhol (FAW) – titular de los derechos de explotación del pintor – publicar la obra “Prince Orange”, incluida en la “Serie Prince”. Cuando Goldsmith avistó en la portada de la revista la transformación no autorizada que había sufrido su fotografía original, la fotógrafa no tardó en reprender a FAW, advirtiendo que el tratamiento que estaba recibiendo su fotografía implicaba una intromisión directa sobre sus derechos de autor. En respuesta, la Fundación presentó demanda contra Goldsmith, buscando obtener una Sentencia declarativa en la que se estimase que, en amparo de la doctrina del fair use, la “Serie Prince” no suponía infracción alguna sobre los derechos de autor de Goldsmith.
Finalmente, tras un extenso recorrido judicial y, conforme a Sentencia pronunciada el 18 de mayo de 2023, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos desestimó las pretensiones formuladas por la Fundación Warhol. El dictamen, emitido por la magistrada Sonia Sotomayor, acoge un extenso análisis de los principios de interpretación que reglan la doctrina anglosajona del “fair use”, contemplados en la Copyright Act estadounidense.
Para la apreciación del “uso justo”, el Tribunal centra su mirada en el grado de transformación que la obra derivada (Warhol) presenta en relación con la original (Goldsmith). Así, se considera que una obra es transformadora cuando agrega algo nuevo con un propósito distinto o un carácter diferente, alterando la original con una nueva expresión, significado o mensaje. Estos elementos, considera el Tribunal, no concurren en el caso particular, pues ambas obras comparten sustancialmente la misma finalidad comercial. Diferente es, sostiene Sotomayor, el uso que realiza Warhol sobre el logotipo “Campbell” en la célebre serigrafía “Campbell’s Soup”. En este caso, el artista elabora una reinterpretación artística del logotipo, en vistas de criticar la sociedad de consumo. De acuerdo con el Tribunal, este propósito se aleja por completo de la finalidad publicitaria perseguida originalmente por la compañía internacional de productos enlatados.
En definitiva, concluye el Tribunal, “las obras originales de Lynn Goldsmith, como las de otros fotógrafos, tienen derecho a la protección de los derechos de autor, incluso frente a artistas famosos”.
La magistrada Justice Kagan ha elaborado el parecer disidente. En su voto particular, la Jueza ha mostrado su preocupación por la decisión mayoritaria adoptada por el Tribunal, por considerar que “impedirá la expresión de nuevas ideas y la obtención de nuevos conocimientos, empobreciendo así nuestro mundo”. Con el fin de respaldar sus argumentos, Kagan referencia el constante flujo de influencia e inspiración que ha dominado la historia de la creación artística. Sostiene que las obras de arte no surgen de manera aislada, sino que se nutren de creaciones pasadas. De acuerdo con Kagan, un pronunciamiento como el presente implica una coerción absoluta a la libertad creativa de los artistas.
En conclusión, el Tribunal Supremo norteamericano ha marcado un precedente significativo que seguramente influirá en la forma en que los artistas abordan sus obras y establecen un diálogo conceptual con sus referentes contemporáneos y pasados. Este hito jurisprudencial conducirá indudablemente a una reflexión legal y ética entre el artista y su obra, desafiándolos en la búsqueda de nuevas formas de creatividad y expresión de acuerdo con los límites establecidos por la ley.